sábado, 11 de agosto de 2007

La Valllese - Sociología Año Cero - Editorial

Sociología Año Cero
La Vallese en Sociología

Editorial
Como estudiantes de sociología nos planteamos la necesidad de repensar nuestra carrera a la luz de su situación actual y del malestar que nos genera. Un malestar difuso que podemos sintetizarlo en una sensación de “desconexión” entre lo que estudiamos en las aulas y el resto de la realidad. Dicho malestar también se vincula con la situación de “consumidores- reproductores” de conocimiento sociológico en la cual nos ubica la institución. Una situación que nos resulta pasiva frente a la necesidad de poder constituirnos en productores de conocimiento desde nuestra situación de estudiantes.
Entendemos esa desconexión en el marco de una crisis más general, caracterizada en la ausencia de audacia intelectual, en el subproducto conservador de ciertas comodidades instaladas, en la atemporalidad de algunas ortodoxias, en el escepticismo, la resignación y el derrotismo destilados por el discurso y la estética posmoderna.
Frente a ello nos reclamamos una actitud fundante que sintetizamos en el Año Cero. No desconocemos todo lo anterior, ni lo desvalorizamos, creemos que hay que asumirlo críticamente, que ese pasado nos trajo a este presente. Y dentro de ese pasado encontramos algunos puntos de apoyo para pensar críticamente el presente. Sabemos que ni la historia ni la sociología empiezan con nosotros pero también sabemos que no podemos dejar que nos aplasten las herencias que desembocan en el malestar actual. Necesitamos pensar desde la metáfora de una nueva temporalidad para intentar pensar la realidad (y sus problemas) desde algo mas que la aplicación mecánica del dogma o el refrito monográfico.
Así, situados en ese imaginario Año Cero, livianos de herencias, nos planteamos comenzar los esbozos de una sociología de la dependencia como forma de intentar superar esa desconexión con la realidad. Para nosotros la sociología debe poder servirnos para conocer mejor la realidad que queremos transformar. Es desde ese conocimiento que podemos plantearnos correctamente nuestra opción política para intentar cambiar la realidad.
La reflexión sociológica tal cual surge de nuestras aulas solo nos permite pensar aquello que se corresponde al paisaje social de los países centrales, lo cual en América Latina implica una mirada sesgada hacia las “islas” de modernidad y posmodernidad. Tenemos herramientas conceptuales que nos permiten pensar y criticar al centro pero que ocultan la periferia. Es más, resulta muy difícil que podamos pensar al centro y la periferia como partes de un mismo sistema.
Nuestra “intuición sociológica” nos dice que el Che Guevara, Fanon, Gunder Frank y Carri estaban más cerca de pensar esa realidad que Gino Germani. Una realidad en la que las masas indígenas y campesinas de Bolivia (representadas en Evo Morales) se esfuerzan por refutar bibliotecas enteras de teorías canonizadas o consagradas por la moda. Esa actividad creativa de las masas, empeñadas en hacer lo “ teóricamente imposible”, resultan pensables y son la preocupación central de obras como Los condenados de la tierra de Fanon o Isidro Velásquez de Carri que hoy son ignoradas, denostadas o marginadas como exotismos setentistas.
Hacia una Sociología de la Dependencia
A partir de las reflexiones arriba expuestas queremos comenzar a plantear cuestiones que nos parecen centrales a la hora de orientar nuestra actividad como estudiantes e investigadores. Más allá de algunas fraseologías que circulan en la carrera, quien se pregunte por la identidad concreta de los sectores o clases dominantes y sus modos actuales de ejercer la dominación, o por la identidad y modos de los sectores o clases subalternos, se encuentra con grandes obstáculos para abordar dichos interrogantes. Una parte de esos obstáculos lo constituye la sacralización de autores y textos, lo cual los congela en el tiempo y les quita gran parte de su utilidad. Otra parte proviene de diversos ejercicios de evasión asociada a resaltar “contradicciones secundarias” o incluso preocupaciones barrocas cuyo principal objeto consiste en el despliegue de una profusa ilustración sobre cuestiones irrelevantes.
Por ello, entendemos que lo primero que tenemos que lograr es arraigar la reflexión sociológica en la periferia dependiente, es decir en nuestra posición dentro del llamado Tercer Mundo. No creemos en una sociología que no localice su mirada claramente desde la periferia del sistema-mundo actual. Junto a Carri afirmamos que “(…)No existen realidades contemporáneas preexistentes al sistema mundial imperialista ni sobrevivientes del precapitalismo; éste hace uno de un mundo dividido, y su escisión antagónica es la cara contradictoria de la unidad estructural del sistema (...) sin imperialismo no hay Tercer Mundo. (...) El imperialismo es el modo de vida de la sociedad capitalista contemporánea, su estructura determinante (...) constituye el modo de vida de la sociedad dependiente(… )”. Y en ese marco tenemos que asumir el papel de Latinoamérica que constituyo “(…)el primer intento en el mundo de organización de la dependencia dentro de los marcos que posteriormente se llaman neocoloniales(… )” .
Arraigar la mirada implica también introducir el cuestionamiento al eurocentrismo, dentro de los debates de la sociología del conocimiento. Las ciencias sociales argentinas presentan una fuerte inercia de eurocentrismo en los términos de Samir Amin (términos que incluyen dentro del eurocentrismo a Norteamérica) . Así, no es un etnocentrismo más sino que el eurocentrismo constituye una dimensión de la cultura y de la ideología del mundo capitalista moderno que se presenta como un universalismo al proponer a todos la imitación del modelo occidental como única solución. Constituye una deformación sistemática e importante que la mayoría de las ideologías y teorías sociales dominantes padecen. La dimensión eurocéntrica no solo desempeña funciones de legitimación sino que también contribuyen a ocultar la naturaleza del capitalismo realmente existente. Como visión del mundo descansa en dos axiomas: a) que los factores internos propios de cada sociedad son decisivos en su evolución comparada; b) que el modelo occidental del capitalismo puede generalizarse a todo el planeta.
En este sentido, retomamos los planteos de Guillermo Gutiérrez cuando afirmaba que “(…)se trata de dilucidar como la cientificidad, es decir, un tipo de conocimiento legitimado como científico, y como lo tanto ´universal´, a partir de la aplicación de un método particular, participó activamente del proceso de dominación de unos pueblos por otros, y cómo a la vez es en gran parte producto de la situación de dominio.(…)La sociedad europea aparece como La Sociedad, producto del grado más alto de racionalidad y a la vez hecho natural y necesario. Lo histórico de la sociedad europea solo aparece en la medida en que ésta debe ser considerada como el punto mas alto de la evolución humana; sus relaciones internas son la demostración de la necesidad de la organización y el sistema capitalista. En el otro lado de la escisión, una humanidad múltiple no pertenece a esta sociedad, no tiene sociedad, debe ser introducida en el fenómeno social de Europa como una manera de arrastrarla al campo de lo evolucionado. Habrá que imponer la necesariedad de las relaciones internas de esa sociedad a la humanidad externa, una forma de triunfo de la Razón sobre el oscurantismo irracional: todo aquel que no participe, que se oponga al avance de la civilización pertenece al mundo de lo irracional, y en un mundo donde la historia y la realidad la construye el sujeto humano, quedara relegado al mundo de lo pasivo: será Objeto. Así es como la periferia y su humanidad, que durante años, siglos, han sido objeto de explotación, serán también objeto porque la razón del sujeto explotador ha encontrado la forma de sistematizar ese fenómeno en un cuerpo orgánico: la ciencia social ".
Pero, además de relocalizar la perspectiva y expurgar críticamente nuestros saberes de su dimensión eurocéntrica, también debemos dar cuenta de lo que Carri denominaba colonias internas o “áreas del capitalismo colonial”: “(…) en los países de América Latina, la “dualidad estructural” muestra en un solo país las dos caras de la moneda: las áreas más desarrolladas de la sociedad dependiente explotan conjuntamente con sus amos imperiales a otras áreas que son mantenidas en la absoluta miseria y sujeción . A estas colonias internas llamamos áreas del capitalismo colonial”.
Carri coincide con los planteos de Andre Gunder Frank en el sentido de que así como la capital nacional y colonial con su sector de exportación se convierte en satélite de la metrópoli imperial, este satélite se convierte a su vez en una suerte de metrópoli local e intermediaria con respecto a los sectores de producción y la población del interior. En contraste con el desarrollo de las metrópolis centrales que no son satélites de nadie, el desarrollo de las metrópolis periféricas esta limitado por su estatuto de satélite.
Finalmente, hay que resaltar el hecho de que tanto los sectores dominantes como los subalternos se posicionan diferencialmente respecto de la relación de dependencia, de la cual también participan de manera diferencial, en tanto estén o no asociados a ella , y en el grado o intensidad en que se dé dicha asociación. En este sentido, Carri afirmaba que “(…)el proceso de integración imperialista produce en los países neocoloniales el desarrollo de una clase monopólica asociada, cuyo nivel de ingresos y la escala de su actividad, tiende a asemejarse a la de los centros metropolitanos” . Y el Che Guevara planteaba en sus inacabados Apuntes críticos a la Economía Política , la forma en que la contradicción centro-periferia redefine los alineamientos políticos más allá de los clásicos esquemas heredados del siglo XIX. Así, el Che denunciaba crudamente que: "(…)La clase obrera de los países imperialistas ha aumentado en cohesión y organización, pero no en conciencia, a menos que se le dé esa denominación a la conciencia de formar parte de los explotadores mundiales. Precisamente, el desarrollo de la explotación de los pueblos por parte del imperialismo ha provocado una dicotomía en la actitud de los obreros de los países imperialistas: organización y conciencia de la clase explotada en lo interno; prescindencia del internacionalismo proletario en lo externo, con lo que se le anula, transitoriamente al menos, como vanguardia revolucionaria. (…)No hay punto de contacto entre las masas proletarias de los países imperialistas y los dependientes; todo contribuye a separarlas y crear antagonismos entre ellas. También es falso que el proletariado [se distingue el proletariado de estos países de la ideología del proletariado] sea el que cumpla el papel dirigente en la lucha de liberación en la mayoría de los países semicoloniales (…).La escala es esta: los obreros de los países imperialistas reciben las migajas de la explotación colonial y se vuelven cómplices de los monopolistas; los obreros de los países dependientes reciben un salario muchas veces menor, pero un salario al fin y tienen cierta estabilidad en sus puestos sobre los que pesa una gran oferta de trabajo de campesinos sin tierra y desalojados, los campesinos de estos países son despojados de sus tierras para crear la posición latifundista y la oferta de trabajo. Su economía natural desaparece y nada la reemplaza, son los auténticos miserables de este momento en la gran mayoría de los países. Son la fuerza revolucionaria".
La actual situación mundial y regional nos plantea la urgencia de repensar y debatir todas estas cuestiones. Las modas y/o la aceptación de una modernización dependiente posteriores a la ultima Dictadura Militar cortaron y marginaron el estudio de nuestra realidad desde la perspectiva de nuestra posición periférica y dependiente en el sistema mundo capitalista. Creemos que esa perspectiva debe retomarse y desarrollarse seriamente si queremos romper la opresión que sufre nuestro pueblo en el marco del capitalismo. Sin una Sociología de la Dependencia difícilmente podemos desarrollar una política de Liberación Nacional y Social.

Fidel Castro - Testimonio de los días previos a Playa Giron

Percibíamos la inminencia del ataque. No se puede decir que conocíamos fecha exacta, pero percibíamos toda una serie de síntomas de lo que iba a suceder.
Habíamos trabajado intensamente en las semanas anteriores, fue enorme el esfuerzo de organización y preparación de personal que se llevó a cabo, cientos de miles de personas fueron organizadas, entrenadas y armadas en unas cuantas semanas. Las armas venían llegando a ritmo rápido y llegaron oportunamente. Podemos decir que unas cuantas semanas antes de la invasión arribaron gran número de piezas de artillería terrestre, artillería antiaérea, artillería antitanque, tanques y cañones autopropulsados; y habíamos logrado reunir cientos de miles de armas, la mayor parte de las cuales era socialista, puesto que nuestros intentos de adquirir al principio ciertos lotes de armas en Europa occidental fueron saboteados {...}
Las armas recibidas en vísperas de la agresión no estuvieron muchos días guardadas en los almacenes. Se aceleró todo el proceso de organización de batallones. En aquella época, la unidad mayor de que disponían nuestras fuerzas armadas era batallón: batallones pesados, batallones ligeros, que era como le llamábamos, en dependencia del armamento. Se hizo todo un programa de formación de cuadros, de entrenamiento del personal, un programa acelerado; porque había un puñadito de técnicos, especialistas soviéticos y checos, pero aquel programa de preparación de personal para hacer uso de todas aquellas armas era un programa largo. Las primeras baterías se suponía estarían listas al cabo de varios meses, y ya teníamos armamento para cientos de baterías; la circunstancia era especial, la situación era de emergencia. En los mismos campamentos donde estaban entrenándose las primeras baterías, hablamos con los milicianos y les dijimos: lo que ustedes aprendan por la mañana tienen que enseñarlo por la tarde. Reclutamos miles y miles de combatientes para formarlos como artilleros, los escogimos voluntarios entre las distintas unidades ya organizadas.